Melchor Núñez Pérez

Melchor Núñez Pérez
Biólogo. Ha sido profesor y director del Instituto de Enseñanza Secundaria Viera y Clavijo de La Laguna. Nacionalista constitucionalista y autonomista. Consejero del Cabildo Insular de Tenerife en cuatro mandatos. Ha sido viceconsejero de Políticas Sociales e Inmigración del Gobierno de Canarias desde julio de 2011 a enero de 2013.Coautor de diversos libros de Bioloia y Geología para Bachillerato y del libro "La neutralidad de Canarias" (1986).

Cañada Blanca, isla de Tenerife.

miércoles, 5 de junio de 2013

REGRESO A LA PATAGONIA

Hoy, 3 de julio, salgo de nuevo de viaje hacia la Patagonia. Entre diciembre de 2011 y diciembre de 2012 ya hice un viaje en coche por la Patagonia y Tierra del Fuego. Estuve en el glaciar Perito Moreno, el cerro Chaltén o Fitz-Roy, Río Gallegos, Ushuaia, Punta Arenas y Puerto Natales.Cruce en dos ocasiones el estrecho de Magallanes y navegue parte del Canal Beagle. Tierras desoladas, ventosas, en ocasiones muy solitarias, pero impactantes e inolvidables para quienes gusten de esas cosas. Más si se es geológo, antropólogo -las reminiscencias de los pueblos indígenas y de la violenta colonización de aquellos territorios están a flor de piel- o biólogo, como es mi caso, aunque nada de eso es imprescindible. Entonces era verano allí. Ahora es pleno invierno. Se trata de un viaje hecho con los mínimos gastos posibles: viajando en guagua (entre Santiago de Chile y Puerto Montt), visitando unos días la lluviosa isla Chiloé, luego en un barco de transporte de mercancías que recorre la laberíntica costa de Chile hasta Puerto Natales, aunque recientmente he sabido que puede que lo hayan suprimido, y desde allí, de nuevo en guagua, hasta Ushuaia, que los argentinos llaman Fin del Mundo, o la ciudad más meridional del mundo, aunque los chilenos dicen que es Puerto Willian, en la isla Navarino, al otro lado del Canal Beagle, y a la que también iré, si puedo. Aunque hay menos horas de luz y, naturalmente, mucho más frío, no quería privarme de la experiencia de ver la Patagonia blanca y más inhóspita. En realidad, una parte de la Patagonia, porque es inmensa. De hecho hay dos “patagonias”, una occidental, que se extiende hacia el sur desde el paralelo 41, y que incluye una parte de la cordillera de los Andes, y otra oriental, formada por grandes planicies que se extienden hacia el sur y hacia el océano Atlántico. Las mesetas que figuran en ambas proceden de movimientos epirogénicos o de ascenso continental. Al sur de ambas está la Tierra del Fuego, también más montañosa hacia el suroeste que hacia su parte oriental, dominada por planicies. En ambas emerge en superficie, en distintas zonas, el basamento de la corteza, sobre el que se han depositado sedimentos marinos y continentales, seguidos de una capa de cantos rodados y rocas volcánicas.Con frecuencia su toponimia refleja esa inmensidad y su condición de territorio legendario, con connotaciones de naufragios y extravíos: Bahía Inútil, Última Esperanza, Porvenir, Puerto Deseado, Punta Desengaño… En la medida que pueda, mi intención es ir contando el viaje en este sitio. Serán observaciones que me vendrán bien para escribir posteriormente algo más ordenado y sistemático, que ya tengo iniciado con las notas del viaje anterior. Continurá, pues.

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