Melchor Núñez Pérez

Melchor Núñez Pérez
Biólogo. Ha sido profesor y director del Instituto de Enseñanza Secundaria Viera y Clavijo de La Laguna. Nacionalista constitucionalista y autonomista. Consejero del Cabildo Insular de Tenerife en cuatro mandatos. Ha sido viceconsejero de Políticas Sociales e Inmigración del Gobierno de Canarias desde julio de 2011 a enero de 2013.Coautor de diversos libros de Bioloia y Geología para Bachillerato y del libro "La neutralidad de Canarias" (1986).

Cañada Blanca, isla de Tenerife.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Incendios en zonas rurales, naturales y forestales de la isla de la Gomera en el verano de 2012

A continuación reproduzco los comentarios que publiqué en Facebook a lo largo del mes de agosto y septiembre de 2012. El incendio se inicio el 4 de agosto, se reinicio e intensificó a partir del día 8 y se dió por controlado o, como se dice ahora, estabilizado, en la tercera semana de ese mes:
13 de agosto: Creo conocer la Gomera. La he andado mucho. La he vivido y la vivo. Hoy mismo he regresado de allí. Creo que es bueno reflexionar de forma desapasionada sobre lo que está ocurriendo. Hoy he estado consultado una colección de postales antiguas -de cuarenta, cincuenta y más años- de localidades y lugares de la isla. Es muy instructivo, a los efectos de constatar el rápido cambio de modelo socioeconómico que se ha producido y sus consecuencias: una localidad como el Cercado era un caserío de viviendas muy bajas, de una sola planta, piedra y tejas, rodeadas de huertas diáfanas, limpias, todas cultivadas. Caseríos pobres pero muy integrados en el entorno. Guadá era un mundo de casas de una o dos plantas, espaciadas, raramente metidas en palmerales, palmeras, en todo caso, limpias, desprovistas de "pencas" secas (porque la "penca" era un recurso ganadero), terrazas, bancales o eretas cultivadas, con paredones perfectamente mantenidos, y un cauce de barranco ocupado por plantas verdes (sobre todo sao: Salix canariensis), desprovisto de cañaveral, porque la caña era otro recurso de uso agrícola. Ahora el fuego ha avanzado "como a saltos", ha dicho alguien, por el cañaveral. En esos años se ha pasado de un modelo de base agrícola -ganadera a otro de sociedad de servicios, en el que han proliferado las segundas residencias y los apartamentos, lo que no es malo en sí mismo, porque la gente tiene derecho a mejorar sus condiciones de vida, como afortunadamente ha ocurrido en la Gomera: el problema es que no se haya incentivado la actividad primaria y favorecido todo lo que contribuyese a mantenerla, sino, con frecuencia, se ha dificultado o dejado muy en segundo plano. Esa actividad era la que realmente reducía el riesgo de incendios como el de estos días. Todo lo demás es secundario. Los hidroaviones son necesarios, pero no evitan los incendios: acaso los aminoran, una vez iniciados y, si las condiciones meteorológicas son muy adversas, ni siquiera eso. Lo que evita los incendios es la agricultura y la ganadería como opciones reales y viables de vida; como base de conexión e interrelación con la naturaleza. 13 de agosto: Solo una impresión, una pincelada, sobre los incendios forestales o de vegetación (matorrales, palmerales, cañaverales...) que están ocurriendo este verano en las islas. Este asunto exige una reflexión profunda sobre el modelo económico -social canario. Se ha producido una desconexión creciente de nuestra sociedad con el sector primario -agricultura y ganadería-, en favor de los servicios. La agricultura y ganadería visibles lo son solo como exhibición -romerías, arrastres de ganado-, pero no como sector productivo; buena parte de antiguas tierras de cultivo están balutas, invadidas por zarzales y materiales combustibles, y nada ni nadie obliga a sus propietarios a mantenerlas limpias, o la normativa medioambiental se los impide de manera inflexible cuando lo procuran. Antes existía una complicidad social efectiva para impedir que se produjeran los incendios, porque mucha gente vivía del aprovechamiento de los montes y de los cultivos. Eso casi ha desaparecido. La prevención y extinción de incendios se ha convertido en un negocio -más helicópteros, hidroaviones, todoterrenos ...- o en una fuente de empleo, que no guarda proporción con la eficacia efectiva de esos mismos medios para prevenir o extinguir los incendios. Es como para creer que existe un círculo vicioso: a más medios, más incendios. Y para colmo, hay un factor mediático que lo exagera y, en ocasiones, por desconocimiento o sensacionalismo, lo tergiversa casi todo: estas semanas hemos sido testigos de infinidad de titulares o afirmaciones radiofónicas y televisivas que daban por arrasado por las llamas al parque nacional de las cañadas del Teide o al parque de Garajonay, y algunos responsables públicos casi se ven obligados a dedicar más tiempo a hacer declaraciones y ruedas de prensa que a actuar. Son tantas las inexactitudes que no sabríamos ni por donde empezar. En ocasiones se le da voz a personas que dicen barbaridades sin ton ni son, del tipo de "hay que quemar a los políticos", dicho en unas islas donde ya murieron en un incendio varios responsables políticos en los años ochenta. No hay ecologistas serios -¿están de vacaciones?-, y se echa en falta voces universitarias que ayuden a analizar las cosas en profundidad. Toda la fuerza se va en decir obviedades o lugares comunes. Lo dicho: se necesita más reflexión para desentrañar la naturaleza de fondo de este problema y adoptar decisiones que vayan a la raíz del mismo, porque, de lo contrario, se repetirá. 20 de agosto: Es una pena que, con todo lo que se habla y se escribe en los medios de comunicación sobre el incendio de La Gomera, no se haga con algo más de rigor. Sería, por ejemplo, perfectamente posible y conveniente recabar la medición exacta de la superficie quemada por formaciones vegetales (pinar, matorral, palmeral, fayal brezal, brezal, laurisilva, etc.) y su grado de afección, para evitarnos tener qu e leer que "han ardido más de mil hectáreas de laurisilva", cosa materialmente imposible. Existen métodos para conocer ese dato hasta el detalle. Afortunadamente, la zona de laurisilva húmeda ha resistido muy bien este incendio, como ya lo hizo en el de 1984. Si se actuase con ese rigor, se podría confirmar lo que mucha gente sospecha: que salvando los lamentables daños a viviendas en Valle Gran Rey y en algún caserío, las pérdidas estrictamente ecológicos han sido muy inferiores a lo que se ha afirmado de forma tremendista y catastrofista, con un importante daño a la imagen de la isla y al sector turístico, como ya ha señalado la Asociación de Empresarios de Hostelería. Con frecuencia damos una imagen melodramática y apocalíptica de Canarias (aún está reciente el caso del volcán de El Hierro), que no nos merecemos, y que al final comoporta más inconvenientes que sus supuestas ventajas (medidas en términos de ayudas o subvenciones). De disparates como insinuar que los autores del fuego quieren asemejar a la islas occidentales con la de los "secarrales" (término con el que se quiere descalificar a la hermosa isla de Gran Canaria), tal como se ha dicho desde las editoriales de un medio de comunicación, mejor ni hablemos: con "nacionalistas" así, no hacen falta antinacionalistas. 22 de agosto: El alcalde Valle Gran Rey ha dicho que el incendio puede ser una oportunidad para regenerar la zona, porque el cañaveral había invadido el barranco "desplazando a los sauces" y "acorralando" a las palmeras que, no obstante, tendrán una recuperación rápida. Es cierto, luego la cuestión era haber mantenido el cañaveral a raya, para no tener que lamentarlo después. Y obligar, con ayudas, pero también de forma persuasiva, a mantener limpias las palmeras y huertas sin cultivar, y evitar la construcción en lugares indebidos. Solo así se reducirán los riesgos en el futuro. Además, ahora que casi no queda cañaveral habría que evitar que proliferase de nuevo. Por lo que se refiere a las ayudas a los damnificados, hay que centralizar la gestión de las solicitudes a Vivienda y Políticas Sociales, a través de ayuntamientos y Cabildos, para que las cosas vayan bien y la burocracia no sea como el remedio: peor que la enfermedad. 3 de septiembre: A vueltas con el incendio de la Gomera: ayer 2 de septiembre estuve recorriendo algunas zonas que sufrieron el incendio: las Hayas, el Cercado, Guadá... He visto palmeras quemadas, aparentemente deshauciadas, pero en realidad vivas y colean do, en las que ya han brotado inflorecencias; el cañaveral del barranco de Guadá rebrotando con una fuerza impresionante; y, desde luego, zonas de brezales y matorrales quemadas, pero que sin duda se regeneraran después de un invierno y, todo lo más, en unos pocos años. Las pérdidas agrícolas no son grandes y, desde luego, subsanables, porque, desgraciadamente, no hay demasiado suelo cultivado en las zonas afectadas y, en muchos casos, sí huertas abandonadas, con otrora espléndidos paredones semiderruidos. Las zonas de monteverde quemadas no las he podido observar porque la carretera del centro, entre el acceso por las Hayas y Pajarito sigue cerrada, al parecer porque se sigue trabajando en la extinción de un fuego subterráneo cuya naturaleza me intriga sobremanera: no alcanzo a entender como puede producirse esa combustión, tal como se dice, a metros de profundidad, en completa ausencia de oxígeno y, logicamente, escasa materia combustible. Pero, en fin, supongo que ya se explicará con más exactitud esta cuestión. 8 de septiembre: Movilizar a personas paradas y capacitadas, para trabajos de limpieza de zonas quemadas, cobrando hasta el 100% de la base reguladora de la prestacion por desempleo, no parece mal camino. Entre otras cosas, disuadiria a muchos piromanos de provocar el fuego para forzar contrataciones. 14 de septiembre: Hay que ser constructivos. Y tener propuestas y alternativas. Sobre todo si se hace oposición. Todo lo demás es ruido. La crítica por lo ocurrido con los incendios forestales de este verano en Canarias, y en particular en la Gomera, no puede ser un mero ejercicio sectario y partidista de intentar desacreditar a éste u otro responsable político. Eso solo genera frustración en la sociedad. El consejero de Economía, Hacienda y Seguridad del gobierno de Canarias lo dejo claro en el Parlamento, al asumir la responsabilidad de la bajada del nivel de emergencia del incendio de La Gomera, una decisión que tomó, según dijo, en función de la propuesta del técnico forestal que dirigía la extinción, pero sin que ello fuera la causa de que se reactivara. Fueron el calor y el viento los responsables de esa reactivación, no la decisión citada, aunque la misma se revelara luego inadecuada. Lamentablemente, la forma de plantear el debate por parte del PP en el parlamento de Canarias, meramente crispante y a la búsqueda del desgaste político del gobierno, ha imposibilitado una reflexión más positiva y de fondo sobre por qué ocurren estos incendios provocados y cómo crear condiciones socioeconómicas de futuro que reduzcan el riesgo de que se repitan. Por lo demás, resulta poco explicable que algún diputado se ausentara en el momento de la votación sobre si crear o no una comisión de investigación (¿qué hay que investigar que no se pudiera investigar en el propio debate en el pleno del Parlamento?), porque los parlamentarios están para asumir responsabilidades con su voto, no para ausentarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario